ABUSO DE DEBILIDAD: LOS ADULTOS MAYORES COMO BLANCO DE ENGAÑOS Y MANIPULACIÓN FINANCIERA

En el presente artículo, la Lic. Miriam Bottino, psicóloga perteneciente al Departamento de Riesgo de Violencia Doméstica y de Género del Poder Judicial de San Luis, habla sobre las diversas modalidades que utilizan algunas personas para embaucar a los adultos mayores, principalmente con fines económicos y/o financieros.

A su vez, explica cuáles son las circunstancias o realidades que los convierten en blanco fácil de estafas y/o engaños, tomando en cuenta además el contexto actual de aislamiento social a razón de la pandemia por Coronavirus.

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Adultos mayores y abusos financieros

El abuso de la debilidad afecta frecuentemente a personas mayores y, a veces, quien tiene las primeras sospechas se tropieza con dudas sobre si se trata de seducción, manipulación o mentira. Sucede que los manipuladores saben detectar los momentos de inseguridad o confusión de su potencial víctima.

El adulto mayor, aun gozando de buena salud física y mental, puede ser blanco de oportunistas que lo manipulen, principalmente para explotarlo de manera financiera; sea obteniendo dinero en efectivo, favoreciéndose con operaciones de compra, adueñándose de bienes (muy comúnmente ocupar la casa), e incluso disponiendo de la herencia misma.

Cuando se usa el termino manipulación hemos de pensar en que alguien es empujado mas allá de sus límites habituales, bajo la influencia de la intervención previa de otra persona.

Las personas mayores pueden ser vulnerables a sufrir distintos tipos de engaños y estafas financieras, ocasionalmente efectuadas por desconocidos y, en un porcentaje más alto, por sus allegados. Son los conocidos y cercanos quienes tienen acceso al adulto mayor cotidianamente, la persona mayor suele hablar de sus asuntos con sus comerciantes habituales, ayudantes o colaboradores externos, además de la propia familia, claro.

Antiguamente, las estafas a las personas mayores eran la especialidad de los timadores. Con el tiempo han sido blanco de vendedores que les seducen a comprar cosas que no necesitan, productos discontinuados, la firma de contratos desfavorables, créditos o plazos milagrosos. Puede tratarse de un robo con astucia, utilizando identidades falsas en base a un personaje que inspira confianza por su función o por su conocimiento, con el objetivo de burlar las barreras de desconfianza de la víctima.  

 

La manipulación emocional

Cuando una persona mayor o debilitada por una enfermedad está aislada geográficamente de su familia, puede ser objeto de un entorno ávido que espera mejorar o solventar su situación económica a expensas de los bienes y/o el dinero del vulnerable. El estafador suele inmiscuirse discretamente en la vida de esa persona, se acerca a la casa o a la residencia con carácter de voluntario, auxiliar carismático, sea a título individual o de algún grupo o asociación. Con pequeños actos o servicios, gradualmente hace su presencia indispensable para esa persona, quien responde desarrollando afecto hacia él. El adulto mayor no duda en mostrar su gratitud y su cariño por lo recibido, primero con recompensas menores (en dinero, con algún objeto u otros beneficios). Más tarde, cuando el abusador ha obtenido señales de la confianza de la víctima (prueba y mide estar en situaciones seguras para su objetivo), podrá avanzar hacia la siguiente etapa: le confiesa problemas que debe resolver, como por ejemplo un préstamo que debe devolver o algún tema de salud. Elegirá el vértice que impulse la conmiseración de la víctima, esperando que ésta activamente se ofrezca a ayudar, con gusto visible querrá corresponder en atenciones con alguien significativo para él.

A este punto, el “solidario” personaje ha ido instalando de a poco su opinión, consejos, ideas, y con ello ganando una posición de autoridad en la vida del debilitado adulto mayor. Desde ese lugar, se autorizan a sí mismos para ir más allá, resaltan la ausencia de la familia o afín que lo visita, usan comentarios intercalados y con acento ingenuo “se olvidan de lo que usted ha hecho”, “vienen poco y apurados”, ”se puede contar poco con ellos”, etc.

La descalificación responde a un intento de apartamiento, de lograr que esas palabras vayan convenciendo a la víctima, instalando una escucha ausente de crítica, porque la disconformidad está dirigida y enfocada en los parientes.  

Conseguida la dominación afectiva, también conseguirá una excelente protección, porque la propia víctima lo defenderá si surgen alertas o reclamos de los familiares. Si lo llegan a denunciar, se justificará en que la víctima espontáneamente ha obrado a voluntad, eludiendo dudas sobre el consentimiento o forzamiento.

Cuando las visitas de supuestos amigos, pueden coincidir (a veces a sabiendas) con horarios de reposo -una pequeña siesta después del aseo o un momento de cansancio tras un procedimiento-, será ocasión para apoderarse de objetos de valor. Si la persona mayor padece algunos trastornos de memoria o algún periodo de desmejora en su salud, simplemente argumentará que esa pertenencia no estaba allí desde hacía tiempo atrás.

 

Indicadores de abuso de debilidad

Ante la sospecha de abuso de la debilidad, los parientes suelen advertir cambios: notan que la víctima no los llama, es frecuente que esté poco disponible o reticente, que muestre desconfianza en comparación con el continuo elogio hacia el extraño devenido en nuevo amigo. ¿Cómo saber si trata de una persona sin escrúpulos?

Al inicio intentan advertir a la víctima, pero si ya ha sido dominada, su protección resulta dificultosa, incluso puede ocultar información para conservar la situación sin alteraciones, siente afecto por esa persona y no desea renunciar a su cercanía y compañía. Quien abusa de la debilidad de otro, sabe cómo hacerse necesitar por la víctima, como administrar esa dependencia que ha creado con trabajo y tiempo.

La persona manipulada puede llegar a rechazar a su familia: “no es por mi bien que se preocupan, se preocupan porque quieren mi dinero para ellos, solo les interesa mi herencia. Soy libre de hacer lo que quiera con mi vida, es mi derecho porque ha sido mi trabajo y ellos creen que no sirvo porque estoy viejo” … antiguas confrontaciones sirven para alimentar la oposición.

También es cierto que, algunas alteraciones de la capacidad cognitiva en la vejez, se presentan con pequeños rasgos paranoicos o ideas de perjuicio hacia ellos.

 

La manipulación desde el entorno familiar

Los mayores se ven expuestos a maltratos financieros por parte de terceros, pero también pueden ser objeto de manipulación por alguno/s de los familiares. Entre las maniobras más frecuentes, están las de hacerse firmar poderes o apropiarse de la pensión o jubilación. El mecanismo es el mismo: la víctima lo oculta por temor a perder el poco soporte que tiene de aquel en quien ha depositado su dependencia afectiva. Si existe disputa entre los herederos, ello potenciara que el mayor se incline más por uno de los contendientes, lo que dificulta una visión clara sobre si se trata de seducción, manipulación o mentira.

El estado de dependencia es un factor de riesgo para el despotismo, la violencia verbal y psicológica e incluso física. Si bien las negligencias pueden no ser intencionales, algunas de ellas sí son activas: internaciones autoritarias, exceso de medicación o contención para evitar su desplazamiento. Los abusos si son claramente voluntarios.

El autor del maltrato es casi siempre un allegado, que habitualmente y paradójicamente, tiene una relación de dependencia económica respecto del adulto mayor. En este caso, el anciano se rehúsa a confirmar o informar tales eventos, pues se avergüenza de la conducta de quien él mismo ha educado y criado. Otras veces los malos tratos se asocian a instituciones con escaso personal o con problemas en su plantel.

Las crisis económicas recurrentes, propician que las familias presenten pocos recursos propios para hacerse de una vivienda y que el oportunismo haga su entrada en el hogar de la persona mayor.

 

Los riesgos asociados al uso de medios tecnológicos

También los cambios tecnológicos o normativos son utilizados como una ventana de oportunidad para obtener provecho del capital de la potencial víctima. Las personas adultas no son nativos digitales, menos aún los mayores, quienes se adaptan rudimentariamente a los trámites en plataformas tecnológicas, se abruman con los procedimientos y necesitan de constante supervisión, dependiendo de la honestidad de quienes le acompañan en estas actividades.

Son más propensos a beneficiarse del aspecto lúdico y social del acceso a internet, como compartir videos o fotos, ejercitar sus hobbies y conectarse con sus afectos. En muchos casos desconocen los peligros de la divulgación de datos y la vulnerabilidad que las redes sociales conllevan, así como las noticias falsas.  

Todo este conjunto de circunstancias, puede favorecer la producción de estafas financieras a las personas mayores en épocas tan inéditas como el aislamiento social sobrevenido con la pandemia COVID-19.

 

Redacción: A. González Esquivel.

Fuente: Lic. Mirian Bottino. Psicóloga MP 0063.

Foto: Internet.

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