Primera parte de la entrevista a Alejandro Nató, abogado y mediador especialista en Gestión de Conflictos Públicos, que este 10 y 17 de mayo, visitará el Poder Judicial de San Luis para formar a mediadores en conflictos sociales, territoriales y urbanos. Su mirada sobre el concepto de paz, los cambios políticos que modificaron los escenarios de conflicto y la función de la mediación “para canalizar demandas, gestar escenarios de igualdad de oportunidades, y para revalorizar la palabra”.
Los próximos 10 y 17 de mayo visitará el Poder Judicial de San Luis, el abogado y especialista en Gestión de Conflictos Públicos, Alejandro Nató. El reconocido mediador dictará un taller sobre conflictos sociales, territoriales y urbanos, destinado a mediadores de los Centros y Salas de Mediación Judicial y Extrajudicial de la provincia.
Alejandro es Presidente del Centro Internacional para la Democracia y la Paz Social, Coordinador de la Oficina de Gestión de Conflictos de la Defensoría del Pueblo de la Nación, y uno de los integrantes del grupo de expertos en Resolución de Conflictos y Mediación de la Secretaria Política de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Además, fue Defensor del Pueblo en 2003 y Defensor del Pueblo Adjunto entre 1998 y 2002 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, representó al Centro Carter en Bolivia donde trabajó con campesinos, colonos e indígenas en actividades relativas a la reforma agraria, y fue convocado a capacitar en gestión de conflictos a líderes políticos, sociales, docentes en diversos países de la Latinoamérica y Europa.
Entre sus logros académicos, cuenta con dos maestrías, una en Resolución de Conflictos y Mediación, y otra en Cooperación Internacional y Gestión de Proyectos; realiza actualmente un Doctorado en Derecho en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), y se desempeña como Profesor Titular de la Cátedra de Derecho Latinoamericano de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
A pocos días de dictar el taller “La comunidad y los conflictos sociales, urbanos y territoriales”, en la Ciudad de San Luis, tuvimos la oportunidad de preguntarle sobre su trabajo, trayectoria, sus concepciones teóricas y metodologías, y cómo se posiciona la Mediación como método de resolución de conflictos en Argentina y en el mundo.
¿Cuáles van a ser los ejes temáticos del taller que vas a dictar a los mediadores de San Luis?
El taller sobre “La comunidad y los conflictos sociales urbanos sociales y territoriales” está enfocado para fortalecer y ampliar la mirada de los mediadores de San Luis sobre cómo observar, analizar y tener mecanismos de abordaje de conflictos en cuestiones sociales. Allí tendremos en cuenta Sistemas de Alerta Temprana para tener intervenciones apropiadas en prevención del conflicto, narrativas, rol de terceros en la conflictividad social urbana y ambiental, cuestiones que provienen de las causas raigales que dan vida a los conflictos como la cultura y la identidad. Trabajaremos con categorías conceptuales de la conflictología, matrices de análisis y el enfoque dialógico para dotar de elementos apropiados de acción en este tipo de conflictividad.
¿Cómo se ha posicionado la mediación como método de resolución de conflictos en Argentina?
Desde hace más de 25 años la mediación viene tomando cuerpo institucional en nuestro país. Nació a partir de la necesidad de buscar descomprimir el sistema judicial por cuestiones presupuestarias, y también por la presión de la necesidad de creación de nuevos juzgados debido al aumento de la población y de la cultura de “la litigiosidad”, con la consabida sobrecarga que la justicia recibía a diario. El potencial que implicaba el desagote del sistema generaba, a su vez, efectos colaterales y uno de ellos ha sido el cambio de cultura. El pasar de la cultura de la litigiosidad a la cultura de ser protagonista de la propia solución de conflicto, el autoprotagonismo, fue robusteciendo el sentido de la mediación y esto provocó que lo que significaba accesorio pasó a ser principal. El cambio cultural se impuso a las necesidades del sistema, más allá de su natural complementariedad. Creo que esto es trascendente porque la mediación se diseminó a varios campos de acción que traspasaron la frontera de la etapa formal previa al juicio, entre ellos: comunitarios, escolares, empresariales, organizacionales y familiares que son los ámbitos donde afloran en la vida cotidiana. También vemos que en materia penal, carcelaria, socio-ambiental y política la mediación desde un enfoque dialógico tiene una dimensión expansiva en nuestro país.
¿Qué cambios políticos, económicos y sociales han modificado o generado nuevos escenarios de conflictos?
Algunos cambios han sido sutiles y otros abruptos. Los escenarios de fragmentación y vulnerabilidad son múltiples y se presentan con una dinámica donde la violencia se hace presente. A modo de ejemplo puedo enumerar algunas dimensiones de los cambios anclados en clave de conflictos: en los vínculos sociales hay una tendencia mayor a la coexistencia a partir del individualismo de época y en donde se plantea la convivencia aflora con una carga de hostilidad importante. Los emprendimientos mineros, hidrocarburíferos, extractivistas, sojeros, y la gentrificación en lo urbano, amplían sus fronteras y esto trae aparejado un sinnúmero de conflictos donde se enfrentan, en clave de antagonismo la relación capital/inversiones/productivismo vs. actor social.
Lo global atraviesa lo local de modo disruptivo, se mueven los límites tradicionales y cambian modalidades de acción colectiva. Esto mella la capacidad de respuesta por parte del actor estatal.
El rol de los medios de comunicación en medio del conflicto no es inocuo y cada vez son más protagonistas por su poder de segmentación, recorte y posicionamiento de la noticia, donde pretenden imponer su propia agenda de intereses. La singularidad y la heterogeneidad son valores que se asentaron socialmente y son dignos de reivindicación porque reafirman identidades y trastocan miradas. Por ello, los conflictos que surgen de la cultura generan tensiones y fricciones que deben conocerse y ser bien tratadas para evitar que el conflicto escale con consecuencias violentas.
La desigualdad, las segregaciones urbanas y sociales, la exclusión social representan no sólo una asignatura pendiente para algunos gobiernos de la Región sino que trae consecuencias nefastas en la grieta social.
La polarización política en la que están inmersos muchas de las dinámicas relacionales en el campo de lo público, que logra permear todo el campo social y lleva, incluso, esa lógica relacional a agrietar vínculos personales.
Como Presidente del Centro Internacional para el Estudio de la Democracia y la Paz Social ¿Se puede lograr la paz social, o es una utopía que motiva para la acción?
La paz es un término que estamos obligados a problematizarlo. Es bueno que nos podamos plantear este tema en base en que es lo que creemos cada uno de nosotros respecto a lo que representa el término paz. Si creemos por paz que todos estén tranquilos debería desaparecer las motivaciones de intranquilidad que son las desigualdades y las violencias. Muchas de ellas están motivadas por causas estructurales y otras por desidia, por corrupción, por inacción, impericia gubernamental o por falta de sensibilidad y compromiso social.
Creo abiertamente en el derecho humano a la paz sin que esto represente una utopía inalcanzable. Para ello creo que existe la necesidad de construir una agenda común donde desde la intersectorialidad, interinstitucionalidad, la integralidad y la coordinación de acciones muchos se arremanguen y se pongan una tarea común. En este sentido desde el granito de arena que representa nuestro campo concibo que la mediación puede cumplir un rol trascendental para coser fragmentos, para evitar abusos de poder, para canalizar demandas, para gestar escenarios de igualdad de oportunidades, para revalorizar la palabra, para que todos se puedan escuchar e incluso para generar ámbitos dialógicos donde puedan hacer valer sus derechos quienes no tienen posibilidad de hacerlo en otros ámbitos.
Redacción: M. Moreno
Corrección: E. Jofre