ACCESO A JUSTICIA: ASÍ ES EL TRABAJO DE JUECES Y JUEZAS DE PAZ EN ZONAS RURALES

La pandemia por coronavirus transformó rutinas, tensó sistemas y provocó cambios obligados en nuestra forma de relacionarnos. Teletrabajo, audiencias por videoconferencia, salas de Atención Virtual, y aplicaciones para realizar denuncias por celular fueron algunas de las herramientas que incorporó el Poder Judicial de San Luis a su proceso de digitalización para garantizar el servicio de justicia en un contexto de aislamiento y distancia social.

Estar conectado es ahora estar presente. En este contexto que impulsa a trabajar con plataformas virtuales y a ingresar a Internet para hacer un trámite o realizar una consulta, ¿cómo trabaja la justicia para llegar a esos lugares geográficos de difícil acceso donde hay poca conectividad y escasa señal de teléfono, como sucede generalmente en zonas rurales o parajes pequeños de la provincia?

El trabajo en territorio de la Justicia de Paz

Para quienes viven en el campo o en pequeñas poblaciones, los Juzgados de Paz representan el contacto más directo con el Poder Judicial. Allí, donde los tribunales y oficinas administrativas se encuentran a varios kilómetros, la pandemia profundizó el trabajo esencial de los jueces y juezas de Paz y los excedió de su función puramente judicial.

Donde la tecnología no llega, está el trabajo en territorio de la Justicia de Paz. Las ciudades de Villa Mercedes y San Luis cuentan con Juzgados de Paz Letrados, mientras que en el resto de la provincia funcionan Juzgados de Paz Lego.

La diferencia con la justicia de paz letrada, es que los Jueces y las Juezas de Paz Lego no necesitan ser abogados/as. Los requisitos que establece la Constitución de San Luis para ocupar dicho cargo son: ser ciudadano/a argentino/a, mayor de 18 años, tener el secundario completo y residir en la zona donde se ha de prestar servicios.

“Nuestro trabajo tiene mucho de territorio. Como hace mucho que lo hacemos, conocemos los lugares y las personas, las fortalezas y debilidades de cada paraje o rinconcito. Lo que hacemos es escuchar y atender cada contexto en particular. Con una mirada de Derechos Humanos, debemos tener en cuenta todas las interseccionalidades que atraviesan las distintas comunidades”, comenta Alejandra Laconcha, abogada, Jueza de Paz de Villa Larca e Integrante de la Red Federal de Mediadoras con Perspectiva de Género.

“Lo que hacemos en los casos donde no hay conectividad es ofrecer nuestro lugar de trabajo, nuestro juzgado. Fijamos fecha y horario, con todos los recaudos sanitarios vigentes, y brindamos ya sea, el espacio para tomar una audiencia en colaboración con un juzgado superior, o la colaboración para audiencias de mediación y ponemos a disposición toda la estructura física y tecnológica”, completa la jueza.

“Si bien implica un movimiento de las personas, es algo mínimo. Incluso viene gente que, si bien tiene conectividad, no sabe navegar en Internet. Sacamos turnos para Defensorías, ingresamos a las Salas Virtuales, completamos formularios, etcétera”

Villa Larca es una pequeña localidad de poco más de 1000 habitantes, ubicada al norte de San Luis, a 25 kilómetros de la Villa de Merlo. “Hay muchos pueblos en la zona y como estamos en zona de sierras, la señal telefónica es casi nula. Entonces cuando hay señal de internet llaman por Whatsapp, sino mandan un mail y si no se llegan hasta mi domicilio particular a hacer una consulta”.

Las demandas más requeridas en los Juzgados de Paz son las declaraciones juradas para presentar en algún organismo. También se consulta mucho sobre dónde realizar trámites de tutelas, Régimen de Contacto y cuotas alimentarias; por situaciones de violencia hacia mujeres, que es la más habitual, pero también hacia niños y ancianos.

“Los Juzgados de Paz también funcionamos como Mesa de Informes, porque no solamente debemos saber cuestiones atinentes a nuestro trabajo sino que debemos saber donde sacar el turno para ANSES, o para el banco, como gestionar trámites de salud o una pensión. Es parte de nuestro servicio del acceso a justicia en un término más amplio que va más allá de lo judicial y mejora la calidad de vida de la gente, de la comunidad”, completó Laconcha.

“Los Jueces de Paz somos ese nexo, para que todos tengan Acceso a la Justicia”

Vanina Menna es abogada, escribana, mediadora, especialista en Mediación Familiar y diplomada en Derecho de Familia y Menores. Trabaja en el Poder Judicial desde el 2006 y es jueza de Paz desde el 2013, en La Punilla, un pueblo de 450 habitantes ubicado al límite con Córdoba.

En esa localidad del Departamento Pedernera, más de 150 personas viven en zonas rurales. Hay internet inalámbrico gracias a las antenas de Wifi instaladas por el gobierno provincial pero no hay antenas de empresas de telefonía, por lo que la señal de celular es nula.

“Por esto son sumamente importantes todas las herramientas como los distintos tipos y medios de plataformas virtuales y diferentes vías de comunicación que otorga el Poder Judicial”, explicó Menna.

“Como trabajamos para garantizar el acceso a la justicia, luego de haber agotado todas las instancias de medios y plataformas virtuales, trabajamos desde la presencialidad, a veces y dependiendo de la circunstancia y en determinados trámites que si o si deben hacerse de esa manera. Se otorgan turnos para una mayor coordinación y así agilizar el trámite o diligenciamiento que se deba efectuar”.

Las estrategias de comunicación que se utilizan para garantizar el servicio de justicia son variadas.

“A veces nos llegan al Juzgado un papel escrito de una persona que está en el campo utilizando como medio algún vecino que vive o transita el pueblo, y en el papel consulta por el trámite que desea realizar. Otras veces, a través de Whatsapp. Por ejemplo, cuando hacemos una declaración jurada, le pedimos todos los datos a la persona, que envíen la documentación por medio de imágenes y armamos el documento. Luego otorgamos un turno y a fin de evitar un contacto presencial prolongado, se procede a la lectura, ratifican y seguidamente se procede a la firma del documento”, explicó Menna.

“También se han realizado audiencias de mediación, con una de las partes en el pueblo y con la otra en un paraje junto con la Juez, y por otro lado el mediador en la sala de mediación. Los Jueces de Paz somos ese nexo, para que todos tengan Acceso a la Justicia”.

Las redes sociales, las emisoras radiales locales, la comisaría, la escuela, la salita de salud y la Municipalidad son otros lugares donde se replican todas las informaciones de los Juzgados de Paz, vías de contacto y qué trámites realizar.

“Hay cuestiones que no pueden manejarse de otra manera que no sea través de la presencial, nos pasa a todos los Jueces de Paz de una manera u otra vivimos similares acontecimientos. No solo atendemos en el asiento del Juzgado, también estamos presentes en parajes para que determinado día, habitantes que se encuentran alejados del radio urbano se acerquen hasta el inmueble y así facilitar el acceso a la justicia”, informó la jueza de La Punilla.

Y agregó: “Otras cuestiones que pueden suceder es que una mujer quiera denunciar a su ex pareja por motivos de violencia, un niño o anciano en estado de vulnerabilidad, no contando con conectividad ni transporte público, entonces somos nosotros quienes nos trasladamos hacia el lugar donde nos requieren”.

La justicia de Paz llega a lugares recónditos para dar respuestas a distintos requerimientos, y en la mayoría de los casos excede lo judicial.

“A veces hacemos de psicólogos, de hijos, de hermanos, padres, llegamos ahí donde la teoría de la justicia no llega y que solo puede llegar una persona empática con deseo de servicio, de ser un mero componedor de una situación, de ser nexo, de ser brazo entre las grandes poblaciones y aquellos pueblitos alejados y más aun llegar a esos parajes, saber comprender y entender la necesidad del otro que va mas allá de un titulo o nombramiento de Juez”, concluyó Menna.

“La gente ante una duda viene a nosotros, y con la pandemia eso se acrecentó mucho más”

“El juez de Paz siempre tuvo un rol importante en la sociedad”, aseguró Claudia Nogueira, jueza de Paz de Buena Esperanza, y completó su frase con detalles de sus funciones.

“La gente ante una duda y no sabe adónde recurrir, viene a nosotros, y con la pandemia esto se acrecentó mucho más. Por ejemplo, ayudarles a sacar un turno virtual a las Defensorías o Juzgados de Familia, a sacar turnos en ANSES, los permisos para circular en otras provincias, o trabajar cuando se pedía que solo lo hicieran los esenciales, o cómo conseguir un escribano; también nos consultan personas que tenían una restricción de acercamiento y no sabían hasta cuando estaban vigentes;  recepcionamos denuncias de violencia de género, intrafamiliar”.

El trabajo de Nogueira se centra en la zona de El Fortín, Batavia y el Pueblo Ranquel, al sur de San Luis. Las señales de los celulares son prácticamente nulas pero hay internet inalámbrico. “La mayoría de las familias rurales viven en zonas donde hay señal de Internet y muchos de los trámites y consultas los hacemos por ahí. Ya si se trata de declaraciones juradas y no podemos hacerlo a través de la plataforma Cisco Webex lo hacemos de forma presencial, con todos los protocolos”, dijo la jueza que lleva 16 años en la Justicia de Paz Lego.

Empatía y escucha activa

Ariel Ponce trabaja hace 29 años en la Justicia de Paz. Tiene a su cargo las localidades de San Martín, Villa de Praga y Quebrada San Vicente.

“Para garantizar el acceso a la justicia en los ámbitos rurales, donde la conectividad y las comunicaciones son escasas,  la mejor medida que se pudiese tomar es trabajar de manera casi presencial, debido a que la mayoría de la población rural son personas mayores que no tienen o no aprenden aún a familiarizarse con la telefonía celular ni con la conectividad a internet”, explicó Ponce.

Trabajar desde la empatía es para Ponce, el principal aporte de la Justicia de Paz  en lugares rurales o semirurales.

“La gente de estos parajes o pueblos pequeños  necesita mucho de la Justicia,  se tiene que sentir  escuchada, acogida y acompañada por el que esté de turno,  debemos  transmitirle confianza para que la persona pueda  manifestar sus dichos,  para luego  entenderla y  tratar de solucionarle  el conflicto  o pedido que viene a solicitar, caso contrario se le aconseja cual es el destino que tiene que seguir. Esto demanda mucho tiempo, el juez de Paz tiene que ser sincero, amable, humilde, solidario  para que la gente lo vea como uno más de ellos y generar ese vínculo de confianza”.

La función esencial del buen vecino

“La gente de zonas rurales, que generalmente es la más humilde, se acercan bastante al juez de Paz, mayormente  por consultas y asesoramientos. Por eso creo que se cumple la función esencial del buen vecino del lugar y la base es la confianza que se gana trabajando”, aclaró Leonardo Quiroga, juez de Paz de Quines, función que ejerce hace 17 años.

El paso del tiempo ayudó a consolidar el vínculo entre el funcionario y los pobladores, y si no hay señal o conexión, los vecinos saben que en el hogar de Quiroga siempre van a tener respuesta a sus requerimientos.

“Se usan todos los medios al alcance de la mano, tecnología y la despapelización,  que  llegaron en el mejor momento; tenemos pegados en la puerta del juzgado números de teléfonos y mails de contacto para la atención remota  y en lo personal atiendo el teléfono todo el día si me llaman. Pero somos vecinos del lugar y nos conocemos todos, eso es tan así,  que si no me ubican en el momento van a mi casa y me tocan el timbre todas las veces que lo necesitan”.

“Un trabajo al que le ponemos mucho corazón”

Daniel Quiroga hace 16 años que es juez de Paz en La Calera y pueblos aledaños. Casi el 90 por ciento de su zona de trabajo es rural. La pandemia le planteó nuevos desafíos que, con sacrificio y creatividad, pudo hacer frente.

“Nos organizamos, buscamos los lugares con señal, si es arriba de un árbol o en una subida, vamos hacia allá. Por más que haya pandemia la justicia no puede parar, y nuestra función es llegar ahí donde nadie llega. Es un trabajo artesanal y que muchas veces no se ve, pero le ponemos mucho corazón  porque somos servidores públicos y tenemos una base social”, comentó Quiroga.

“En un día capaz que visitamos 5 o 6 familias, aprovechamos el día para escuchar sus consultas, sus necesidades y darle respuesta. Pero va más allá de lo judicial porque también le sacamos turno para ANSES, les llevamos mercadería cuando hace falta, agua, remedios. La dinámica social con la gente de campo es diferente a la de la ciudad. Son personas más retraídas, que no hablan mucho pero que te miran, te observan. Si te ganas su confianza se abren”.

 

¿Cómo comunicarse con los Juzgados de Paz Lego de la provincia? 

 

 

 

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